lunes, septiembre 11, 2006

gAbrielli: Gotan Querido

Gotán querido,
viejo gabán
de todas las primaveras
a quién enseñas
tus quimeras, Buenos Aires,
tus pasos de gran ciudad.
Gotán querido,
puerto sin olvido,
farol, luz que brilla
por tu ausencia,
ciudad de un gran amor,
río que se hace mar,
para vivir con Vos.
Buenos Aires,
Gotán querido,
viejo gabán
de todas las primaveras,
a quien enseñas
tus quimeras.
Buenos Aires,
tus pasos de gran ciudad.
Farol, luz que brilla
por tu ausencia,
Gotán querido,
viejo gabán
de todas las primaveras,
deja que el tiempo
marque el compás.
Buenos Aires,
tus pasos de gran ciudad,
río que se hace mar
para vivir con Vos.
Rolando Gabrielli
Cuando iba al Black and White, un viejo bar en el Centro de Santiago de Chile, a escuchar tangos con el poeta Jorge Teillier y a beber unos roncos vinos tintos, me detenía en la soledad del mediodía, cuando las copas ya estaban encendidas, buscando vanamente donde crecía y moría el tango. El tiempo se detenía en el pulgar de la tarde y la atmósfera se convertía en una mancha de olvido, la ciudad, nosotros, le pertenecíamos en cuerpo y alma al tango. Santiago naufragaba en su inocencia provinciana, herida de nostalgia, se adentraba en el sopor de sus días. Los clásicos, Por una cabeza, Malena, Volver, Mano a Mano, Sur, Nostalgias, encendían las horas y no dejaban que el tiempo transcurriera o si en verdad fuera a suceder, que se hiciera tango. El tiempo se hacía verbo, carne, fe, porque el tango es también letra no escrita. Las conversaciones eran meros cuchicheos en medio de las copas y la voz rotunda del cantante de turno, porque el tango es presencia, despliegue inusual. Teillier alzaba la copa y con su pañuelo rojo entallado parecía formar parte de la orquesta, y bien pudo alzarse con el bandoneón. Volver... "Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos se van marcando mi retorno...Son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor...Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor... La vieja calle donde el eco dijo tuya es su vida, tuyo es su querer, bajo el burlón mirar de las estrellas que con indiferencia hoy me ven volver...Volver...con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien...Sentir...que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir...con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez... " o Nostalgias... "Nostalgias de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca, como un fuego, su respiración. Hermano, yo no quiero rebajarme, ni pedirle, ni llorarle, ni decirle que no quiero más vivir... Desde mi triste soledad veré caer las rosas muertas de mi juventud. Gime, bandoneón, tu tango gris".
Después las calles de Santiago conducirían los restos de la tarde gris... Las letras emblemáticas encendidas en la pista y nosotros adivinando el parpapedeo en la ciudad mítica de Borges, Arlt, Gardel, Gelman, desde luego, instalado allí con uno de sus más grandes admiradores y conocedores: Jorge Teillier. Buenos Aires aterrizaba inmensa, espléndida, en el follaje urbano de los sueños ese mediodía espeso en el Black and White. Las tablas húmedas de vinos, las paredes, el aire, el aire que respirábamos allí, lrejos del tumulto de la gente...
El tango no tiene fronteras, por eso posee futuro y también porque es de raíz popular y vida del arrabal. Estos apuntes, que comentarán el reciente campeonato mundial ganado por una pareja colombiana, los ilustran dos pinturas que quiero mucho y que en su momento me enviaron con pasión de tango. Tienen una leyenda, que ya es letra de tango, vida, vivida y por vivir.
"Durante este año he sentido muchas cosas "junto" a ti...ahora...siento frustración, desasosiego, tal vez por eso trabajo contra las paredes, para ver si se abren y me dan paso...buenas noches amor, cuídate..." En esas paredes, tan lejanas y próximas, se construía una historia sobre un caballete de paredes que más temprano que tarde se abrirían para dar paso a la pasión que el tango siempre anuncia, porque su vocación es el deseo, definitivamente.
Es fruto de lo que se conquista, pelea y se va, del sueño que queda, la áspera realidad, pasión única vivida y por vivir. El tango siempre se la juega en su letra y en la pista, en la pasión real, por eso siempre permanece, aún en la nostalgia, en la orilla misma de la vida, donde el fruto pareciera añorar su cáscara. Sé que esas paredes tienen dibujadas una pareja que las traspasa y vuela. No es un mito, sino una realidad, porque allí la Utopía es cuerpo, alma, deseo, la pasión con la que el tango se oxigena y respira, para volver amar. La ley del tango es la pareja.
Fue una pareja de colombianos, Diana Giraldo Rivera y Carlos Paredes Ángel, quienes llevan seis años bailando juntos y ganaron el campeonto MUndial de Tangos de Buenos Aires, Argentina. Él, diseñador industrial y ella, instrumentadora quirúrgica. El año pasado habían sido semifinalistas en esa misma competencia. Traían el ritmo en el el alma y sólo faltaba armonizarlo con la suela de los zapatos y tacones de Diana. El tango tiene vocación de entrega y lo hizo con estos dos caleños.
Rolando Gabrielli©2006

viernes, septiembre 01, 2006

Otra de gAbrielli: Big Sur en el sueño

BIG SUR EN EL SUEÑO
Rolando Gabrielli©2006
La mañana es un ala azul, el cielo con esas nubes de algodón deslizándose, balando a lo lejos. Se puede sostener la idea del mundo en una hamaca. El tiempo mece un presente ganado palmo a palmo en el rosado diván de los días. Tiempo que el ojo dobla en una esquina. Cae una hoja intensamente amarilla y su vuelo es caída efímera. Una mariposa de un amarillo más profundo que la yema de un huevo en movimiento mantiene su vuelo alegre, chispeante, luminoso, y divertido. La hoja toca tierra, pero estoy viendo el verde intenso de la selva, que filtra una pequeña luz profunda. El cuerpo sobre la hamaca es un punto de inflexión. El único ruido posible es el de la lavadora, que es como un slogan del siglo XX. Unas cuantas ropas íntimas al jabón y el motor se apagará como un lejano ruido de mar. La mañana no tiene nombre y sin embargo es real.
Mañana caerá un aguacero como un piano de una montaña. Así son los días en este tiempo y no necesitan anuncio. Las benévolas colas de los huracanes dejan intensas lluvias y unos vientos que vuelan techos y derriban árboles de sus raíces como niños despeinados. Me quedo con este cielo azul, la bóveda perfecta, que algunas nubes harapientas, aburridas, comparten porque no tienen nada más que hacer. Tanto espacio tiene el cielo, que deja vagar las nubes. Así miro la mañana, pintada en tu caballete, ignorada por el tiempo y a una sombra que está a mi lado no le niego el espacio. El sol se ha instalado con su memoria de antiguo Dios Inca y la naturaleza lee su abecedario verde. La ciudad está más allá del río que siento crecer en la noches y ahora sus lentos pasos me acompañan. Cierro los ojos y no voy muy lejos, porque la tibia mañana no despega sus ojos sobre mi piel, el tiempo también se siente en compañía y nos habla con su largo silencio de hojas que renuevan los árboles. El pasado no toca las puertas de esta mañana y el futuro es prudente, espera, sólo espera en algún lugar. Las horas muertas construyen este presente y nada más. Son otros los que erigen puentes y edificaciones para la posteridad, aunque nada es más duro que las palabras y lo que tal vez no dijeron.
Dejé que la hamaca se bamboleara con la brisa y el tiempo meciera el presente, nada más, dormitando entre papeles y Big Sur de Kerouac, la memoria, la memoria. Todo el tiempo al presente. Y no sé, aún no tengo la respuesta, por qué soñé con la Casa del Lago. Yo estaba ahí, esperando a una persona, pero habían transcurrido más de dos años. Y el lago se transformaba en mar y el bosque en playa. Una escena que se confundía y mezclaba. Los espacios se turnaban y trasladaban, como que no estaban seguros. Las frases si se repetían. Hay un libreto que alguien nos escribe, pensé. Repetía estas palabras mientras sentía mi mano sobre la piel del lomo dorado de mi perra W. Había una clave que era esperar y todo sería posible, porque el sueño estaba construido sobre la base de una magia invisible, pero compartida, vivida, mucho más allá de las palabras escritas. Es más fácil decirlo, que explicarlo, porque para hacerlo, hay que haberlo vivido, como en efecto me estaba ocurriendo. No todo es una película y tampoco sinónimo de fracaso. Me detenía en detalles, porque en el sueño todo es posible, lugares que creía conocer sólo por referencia o quizás alguna vez estuve allí con alguien. La persona que esperaba decía al otro lado del sueño frases que parecían piedras en el camino. No las recuerdo exactamente, pero me llevaban a esto ya no puede ser. Ella echaba de menos, añoraba en verdad, el paisaje junto al lago, pero más le agradaba la playa, aunque había vivido años entre montañas y grandes y anchas, infinitas soledades.
En la película de La Casa del Lago, que es muy parecida a mi sueño, con esto de paisajes distintos, las personas en países lejanos, más bien correos electrónicos que cartas, aunque existen medios impresos más originales, la espera es la clave porque es la esencia para que un sueño se haga realidad y porque no todo es posible en un mismo momento o las personas no están preparadas en ese instante. Me detuve casi sonriente en un detalle de la protagonista femenina que había realizado su práctica médica en Madison. Ese lugar tenía una gran coincidencia en el sueño con otra situación definitivamente importante, en mi historia. Las mujeres se suelen obcecar con que las cosas si no fueron de alguna manera ya no serán y en ese impulso suceden situaciones, circunstancias intermedias, inmanejables, que confirman, que la espera da resultados, pero que se requiere también de decisiones. Un libreto, es un libreto, pero la realidad también construye sus caminos. La mujer de la película, K, mantiene un romance simplón, circunstancial, con alguien que no ama y una fuerte correspondencia con el nuevo inquilino de la Casa del Lago, que ella había dejado y añora. El nuevo inquilino es arquitecto, A, y a él le encomienda que le envíe la correspondencia que le pueda llegar a la casa que abandona. Son grandes ventanales, una vitrina silenciosa suspendida en el silencio sobre el lago. No llega más que el cuerpo que respira, como la casa que uno habita junto al río. Sé de esos paisajes que se recogen en las noches y la ciudad recién entonces existe. La casa es una nave detenida en el tiempo y no se necesita más para un perfecto naufragio. El cristal que la ilumina y recrea, el cuerpo que la recorre y respira, las manos que la reconstruyen sobre un papel en blanco y la imaginación que la sigue soñando cada noche, como un cuerpo femenino. Todo está allí en el instante que la casa ofrece a un tiempo suspendido, pero real.
K ha retornado a Chicago, ciudad de ciudades en su arquitectura, a un hospital y A, repara la casa que ha encontrado abandonada, a pesar que K se fue hace unos días. El tiempo, el tiempo, y ella le advierte sobre unas huellas en el puente que conduce a la casa, y las huellas, como el amor ya venían en camino. A, trabaja en una construcción de casas en serie, la monotonía de la arquitectura sin mayor relieve. La correspondencia entre ambos es la que agita los sentidos y bombea el corazón, crea escenas inmensamente vividas, serpentea los caminos en uno sólo finalmente. Las palabras buscan un camino, ordenan situaciones, recomponen el pasado y proyectan el futuro. la diferencia son dos años de tiempo, según la historia, y las escenas se mezclan, crecen a expensas unas de otras: del 2004 al 2006. El sueño flota en las palabras, a mi me llegan con la tibieza del trópico húmedas de luz filtradas superan las barreras del tiempo.
La mañana aquí es personal, es muy distinto el cielo al que nos describe Kerouac en Big Sur y al gris que vemos en el acero del atardecer de La Casa del Lago. Son las imágenes que asaltan mi sueño. El camino a tientas de Jk a la casa de Monsanto en el bosque de Big Sur, cuando siente el precipicio y el mar juntos unirse al vértigo de lo desconocido la oscuridad sin tiempo, el mar en la ola que crece en la niebla. "Es tan fácil soñar despierto en los bosques y elevar plegarias a los espíritus del lugar y decirles, comenta Kerouac: Permitan que me quede aquí sólo busco paz." También están esas frases que te cruzan como para despertarte y decir, -Hey, te llevo, soy la realidad, cuando afirma Jack: "El mundo seguirá siendo lo que es, variable y transitorio" No parece inofensiva la frase, y así llega orillando su verdad. Él venía de vuelta, de subida y bajada, de un vida acelerada al borde del abismo, con mucha carretera recorrida, paisajes aprendidos de memoria, desiertos expandiéndose en las noches y brillando al amanecer.
A veces hace falta decir las palabras, escribirlas, siempre para mí. El Buzón, P.O. Box, se transforma en un actor de primera en La Casa del lago. Cómplice irremplazable, puente insistituible, un mecanismo necesario para comunicar un deseo, dejar abierta la vena del corazón en el papel. Si ese recurso es compartido, entonces existe una comunicación y si ella fluye, todo es probable. Nada más real que la invención de un mismo deseo que se comparte,"... porque nuestra desesperación nunca está exenta de un poquito de esperanza". "Disperazione senza un po di speranza". Pier Paolo Pasolini. No hay recetas en el amor, de alguna manera es lo que logramos entender en algún momento de nuestras vidas. K, leía a Dovstoyesvky y un libro de cabecera rondaba su existencia y A, disfrutaba con el paisaje, los detalles de las casas y la arquietctura de la ciudad. Las fachadas y todo el lenguaje de la ciudad en su volumetría, eran en buenas cuentas sus libros. Por eso, através de una carta, la invitó a recorrer la ciudad y a detenerse en los mismos lugares que él admiraba y amaba. K, sólo se arrepintió de no haberlos ercorrido con él. Así sucede, son los detalles los que suman en toda comunicación, aquellos que entierran la banalidad y despuntan, brillan con luz propia.
La espera, la esperanza, sentía un ronroneo en mi oreja sobre la hamaca inmóvil aparentemente el tejido de un lenguaje conocido, ya escuchado, no sólo es importante, sino lo es también empujar a tiempo en un mismo sentido, allí donde las manecillas convierten el tiempo en un sólo reloj. "No importa el lugar", sentía las palabras como una fresa, la delicia del fruto en su pequeña danza, y las palabras seguían avanzando sin resistencia, sobre los muros inexistentes, derribados y cómplices sólo las palabras. ¿El tiempo a destiempo? Hay un tiempo, siempre, para todo.
No olvidemos que en el cine se sienta la ilusión a oscuras. Doble compromiso para un Director. El argentino, Alejandro Agresti, quien dirige La Casa del Lago, ha logrado su propósito de reencantar la ficción con la realidad. Y es K, ella, quien persiste en el amor, aunque lo haga frente al fantasma de A, el arquitecto.

gAbrielli: PASOS DEL pUENTE ROJO

Hablo de un puente que no conozco, suspendido en mi imaginación, aunque sé que existe. Sobre el tiempo flota, es bruma, es metal. El Puente es un hilo rojo que nace de tus pasos y permanece el eco de un tiempo no conocido. Es el Puente que yo conozco y desconozco. Si alguien escucha tus pasos al amanecer o en la tarde rendida a tus manos, el Puente existe y su principio no tendrá fin. El Puente nace del principio y el fin de tus pasos. Es orilla y orilla, vuelo inmóvil, paso a paso. Una mano y otra mano, origen del Puente.

1

Rojo puente
Cuelga puente,
ojo de la vida:
rojo, rojo,
inédito en la huella
y vacío.
Vuela a mis pasos,
San Francisco,
con mis pies
y tu aire suspendido.

Rolando Gabrielli©2006

2

El hilo del puente
El hilo del puente
es mi memoria
y no olvida
el principio,
ni el fin,
donde la ciudad
se orilla al mar
y vence los misterios,
de un puerto
que no conozco,
pero sé,
que crece
dormido
en mi memoria.
Rolando Gabrielli©2006

3

De una boca San Francisco
El puente es rojo el aire que lo borra,
la memoria de los pasos en el sueño,
que no llegan a cruzar San Francisco,
en la bruma de su pasado suspendido.
¿Quién, quién atraviesa,
de un lado a otro la cabeza del amanecer,
de una boca a otra boca,
sin luz la llama roja del puente
y alguien desconoce la otra orilla?
Rolando Gabrielli©2006

4

Oh, puente
San Francisco,
si el tiempo,
si la rosa nace
en una esquina.
Oh, puente,
estás y no,
suspendido
en la mañana azul
del puerto,
boca arriba.
Sólo mis pasos
te han comprendido
y ya te caminan.
Rolando Gabrielli©2006

5

Deja el aire
San Francisco,
deja el aire,
el aire que mis pies,
una noche
la esbelta luna,
principio de tus ojos,
camino de mis pies.
Rolando Gabrielli©2006

6

Golden Gate Bridge
El puente dorado en la noche
de la bahía de San Francisco
se cruza en el tiempo
y permanece en la luz
que el mar le refleja.
Puerta del alba,
puente de tus pies
que mueven la ciudad suspendida,
inmóvil al puente que la guía.
Rolando Gabrielli©2006

7

El puente, rojo hilo
La noche es un puente rojo,
San Francisco,
hilo atraviesa el paso,
es la noche del puente,
pisan los vivos,
pasan los muertos.
Puente, tu ala,
mis pies,
el tiempo cuelga
como un suicida rojo,
San Francisco
vuela ángel,
no tenemos más alas
que la memoria,
el puente de mis pies y tus pasos.
Rolando Gabrielli©2006

8

La luz del puente
San Francisco,
luz del puente,
ciudad que tus pasos llevan,
viejo neón iluminado,
puerto de lenguas sabias,
adivinadas por mis palabras
sin idioma, tu viento Sur
es de otros puertos.
Rolando Gabrielli©2006

9

Dónde el puente
San Francisco,
dónde el puente,
tu gris que es invierno,
memoria de un sable.
¿De dónde vienen los pasos
que una playa recoge
en la arena de un verano,
que el puente sostiene,
sostiene bajo mis pies?
Rolando Gabrielli©2006