Gotán querido,
viejo gabán
de todas las primaveras
a quién enseñas
tus quimeras, Buenos Aires,
tus pasos de gran ciudad.
Gotán querido,
puerto sin olvido,
farol, luz que brilla
por tu ausencia,
ciudad de un gran amor,
río que se hace mar,
para vivir con Vos.
Buenos Aires,
Gotán querido,
viejo gabán
de todas las primaveras,
a quien enseñas
tus quimeras.
Buenos Aires,
tus pasos de gran ciudad.
Farol, luz que brilla
por tu ausencia,
Gotán querido,
viejo gabán
de todas las primaveras,
deja que el tiempo
marque el compás.
Buenos Aires,
tus pasos de gran ciudad,
río que se hace mar
para vivir con Vos.
Rolando Gabrielli
Cuando iba al Black and White, un viejo bar en el Centro de Santiago de Chile, a escuchar tangos con el poeta Jorge Teillier y a beber unos roncos vinos tintos, me detenía en la soledad del mediodía, cuando las copas ya estaban encendidas, buscando vanamente donde crecía y moría el tango. El tiempo se detenía en el pulgar de la tarde y la atmósfera se convertía en una mancha de olvido, la ciudad, nosotros, le pertenecíamos en cuerpo y alma al tango. Santiago naufragaba en su inocencia provinciana, herida de nostalgia, se adentraba en el sopor de sus días. Los clásicos, Por una cabeza, Malena, Volver, Mano a Mano, Sur, Nostalgias, encendían las horas y no dejaban que el tiempo transcurriera o si en verdad fuera a suceder, que se hiciera tango. El tiempo se hacía verbo, carne, fe, porque el tango es también letra no escrita. Las conversaciones eran meros cuchicheos en medio de las copas y la voz rotunda del cantante de turno, porque el tango es presencia, despliegue inusual. Teillier alzaba la copa y con su pañuelo rojo entallado parecía formar parte de la orquesta, y bien pudo alzarse con el bandoneón. Volver... "Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos se van marcando mi retorno...Son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos hondas horas de dolor...Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor... La vieja calle donde el eco dijo tuya es su vida, tuyo es su querer, bajo el burlón mirar de las estrellas que con indiferencia hoy me ven volver...Volver...con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien...Sentir...que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir...con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez... " o Nostalgias... "Nostalgias de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca, como un fuego, su respiración. Hermano, yo no quiero rebajarme, ni pedirle, ni llorarle, ni decirle que no quiero más vivir... Desde mi triste soledad veré caer las rosas muertas de mi juventud. Gime, bandoneón, tu tango gris".
Después las calles de Santiago conducirían los restos de la tarde gris... Las letras emblemáticas encendidas en la pista y nosotros adivinando el parpapedeo en la ciudad mítica de Borges, Arlt, Gardel, Gelman, desde luego, instalado allí con uno de sus más grandes admiradores y conocedores: Jorge Teillier. Buenos Aires aterrizaba inmensa, espléndida, en el follaje urbano de los sueños ese mediodía espeso en el Black and White. Las tablas húmedas de vinos, las paredes, el aire, el aire que respirábamos allí, lrejos del tumulto de la gente...
El tango no tiene fronteras, por eso posee futuro y también porque es de raíz popular y vida del arrabal. Estos apuntes, que comentarán el reciente campeonato mundial ganado por una pareja colombiana, los ilustran dos pinturas que quiero mucho y que en su momento me enviaron con pasión de tango. Tienen una leyenda, que ya es letra de tango, vida, vivida y por vivir.
"Durante este año he sentido muchas cosas "junto" a ti...ahora...siento frustración, desasosiego, tal vez por eso trabajo contra las paredes, para ver si se abren y me dan paso...buenas noches amor, cuídate..." En esas paredes, tan lejanas y próximas, se construía una historia sobre un caballete de paredes que más temprano que tarde se abrirían para dar paso a la pasión que el tango siempre anuncia, porque su vocación es el deseo, definitivamente.
Es fruto de lo que se conquista, pelea y se va, del sueño que queda, la áspera realidad, pasión única vivida y por vivir. El tango siempre se la juega en su letra y en la pista, en la pasión real, por eso siempre permanece, aún en la nostalgia, en la orilla misma de la vida, donde el fruto pareciera añorar su cáscara. Sé que esas paredes tienen dibujadas una pareja que las traspasa y vuela. No es un mito, sino una realidad, porque allí la Utopía es cuerpo, alma, deseo, la pasión con la que el tango se oxigena y respira, para volver amar. La ley del tango es la pareja.
Fue una pareja de colombianos, Diana Giraldo Rivera y Carlos Paredes Ángel, quienes llevan seis años bailando juntos y ganaron el campeonto MUndial de Tangos de Buenos Aires, Argentina. Él, diseñador industrial y ella, instrumentadora quirúrgica. El año pasado habían sido semifinalistas en esa misma competencia. Traían el ritmo en el el alma y sólo faltaba armonizarlo con la suela de los zapatos y tacones de Diana. El tango tiene vocación de entrega y lo hizo con estos dos caleños.
Rolando Gabrielli©2006